God of War: Ragnarök [Reseña]

God of War nació en el 2005, en la era del PlayStation 2, contando la historia de cómo un joven espartano pacta con Ares, el Dios de la Guerra, y termina perdiéndose en el poder de la destrucción, acabando con su propia familia en el proceso. Kratos el protagonista de la historia, empieza trabajando y posteriormente en curso de colisión con el Olimpo, y la saga de los primeros juegos cuenta la interacción del protagonista con el panteón griego y cómo asciende a Dios de la Guerra reemplazando a Ares.

Los inicios de God of War encarnaban la rabia y la resolución de esta a través de la violencia, reflejada en el género Hack and Slash sobre el que los 7 juegos de la saga griega corrieron. En cierto punto en 2013 el último juego de la saga (o primero cronológicamente) God of War Ascensión, cayó plano sobre los fans y la crítica, esto envió a Santa Mónica Studios en un camino de autoevaluación con la franquicia y con la conclusión de que para que esta cambiara, Kratos también necesitaba cambiar, crecer y evolucionar más allá de la caricatura de antihéroe violento y sexista.

En abril de 2018 God of War renació, trayéndonos a un Kratos para el cual había pasado un largo tiempo después de sus ultimas aventuras, que era padre de un niño y arrancaba en un peregrinaje para cumplir la última voluntad de la madre de esparcir sus cenizas en el pico más alto de los nueve reinos nórdicos, tierra de donde ella provenía. En el camino padre e hijo se conocerán el uno al otro, con el niño enseñando a Kratos a ser humano, mientras este le enseña a su hijo cómo ser un dios. 

Esta historia culminó con Kratos aprendiendo a comunicarse y mostrar amor a su hijo Atreus y descubriendo como su esposa Fay (Laufey) había planeado el viaje para que el muchacho descubriera su identidad como miembro de los gigantes de Jötnar y su papel en las profecías de los gigantes, que terminan revelándoles que Atreus es Loki y que tendrá un papel en el Ragnarök.

Ragnarok nos presenta el segundo capítulo de la saga nórdica de God of War. Han pasado un par de años y Atreus es ahora un adolescente en busca de identidad, tratando de encontrar su propósito en el mundo mientras que Kratos es un padre que solo quiere proteger a su hijo de los horrores que el vivió, en un viaje en el que los dos luchan contra una profecía que parecen hacer cierta con cada paso que dan, y  donde sus miedos y aproximación a resolver el problema los alejan del otro en vez de acercarlos.

El mito del Ragnarök es la destrucción del panteón nórdico y su naturaleza cíclica, tanto nuestros amigos como enemigos le temen. Al comienzo del juego aún estamos lidiando con los eventos de la entrega anterior y cómo afectaron a Freya, quien aún no se cuenta entre nuestros aliados. Rápidamente grandes jugadores del mito nórdico como Thor, Tyr y Odín se verán involucrados en nuestro camino y son presentados de una manera única y particular, capaz de causar un profundo impacto en tu percepción de la historia, constantemente tratando de retar tu entendimiento de lo que sucede.

Si la anterior entrega era más que nada acerca de Kratos y Atreus, Ragnarök ha expandido sus horizontes. Múltiples personajes que en el pasado solamente eran soporte, ahora pasan a ser parte integral de las relaciones de padre e hijo, presentando diferentes matices y dinámicas entre el grupo, desarrollando una estructura familiar que nos muestra mucho más de quién son nuestros héroes.

Juegos de este año como Elden Ring y Stray han recibido reconocimiento por sus espectaculares mundos y jugabilidad, God of War: Ragnarök se distingue por su historia, la ejecución y dirección de la misma, con casi cada minuto que no estás en combate, dándote momentos y conversaciones con múltiples niveles de complejidad, que contribuyen a crear inmersión en el mundo y en cada lugar que visitas.

La jugabilidad pura y dura aún funciona en el confiable estilo Hack and Slash de tono brutal que ha caracterizado la serie, ganando una posición junto a Devil May Cry, NieR Automata y Bayonetta, entre los juegos del género con una identidad propia en este estilo de combate. Kratos sigue sintiéndose pesado, energético y rabioso en sus movimientos.  Atreus funcionará en múltiples instancias como tu compañero, pero también habrá momentos donde será efectivamente el personaje principal, y la historia guiará tu mano al mando de diferentes personajes con otros estilos de juego que acompañarán en diversas instancias a nuestros protagonistas.

El combate continúa siendo un espectáculo visual, las Hojas del Caos comandan el fuego en arcos y remolinos, mientras el Hacha de Leviathan invoca el hielo y los vientos gélidos en un abanico de formas. Ambas armas continúan presentando un contraste en funcionalidad, orientadas a una combinación de golpes que alternan entre corto y largo alcance, con una funcionando para enganchar y acercar a los enemigos, y la otra en función de control de área y distancia, generando también la oportunidad de usar el escudo para aturdir enemigos. Existe una tercera arma que podremos adquirir, pero dejaremos sin mencionar para no dañar la sorpresa.

En términos espaciales la jugabilidad sigue siendo un trayecto lineal por los lugares que visitamos, con los espacios que cruzamos funcionando como arenas para enfrentar grupos de enemigos. Lejos están las oleadas interminables de enemigos de la saga griega, o de Jotunheim en la entrega pasada. Ragnarök opta por una aproximación más quirúrgica de los espacios, con enemigos más complejos pero que dan oportunidad de respirar entre cada encuentro.

Los acertijos son otro elemento que hace muy buen uso del espacio y de tus habilidades. Constantemente alternarás entre tu habilidad de congelar con el hacha y agarrar cosas con las Hojas del Caos, para resolverlos, y en más de una ocasión el manejo inteligente de las flechas de Atreus te abrira opciones.

A pesar de ser un título que es ´´jugable´´ en la generación de PS4, sin duda alguna brillará mucho mejor en la PS5. Los controles Dualsense y la respuesta producida por el Haptic Feedback son de lo más satisfactorio que pueda sentirse en los juegos de la nueva generación, a pesar de que por otro lado los gatillos adaptativos han quedado relegados a funciones muy básicas sin mucho uso de su potencial. Cabe también resaltar que la gente de Santa Mónica es consciente de cómo se juegan muchos otros videojuegos y dentro de las mismas opciones de control ha planteado un reverso entre la utilidad del botón de acción con el de evadir, que no es la provista automáticamente, esto hace parte de un grupo de opciones de calidad de vida y dificultad que han sido incluidas en el paquete y que insto a cualquiera que juegue el título a revisar antes de comenzar su experiencia.

Santa Mónica Studios ha hecho un esfuerzo gigantesco por traer una interpretación propia del mito nórdico en Ragnarök, la anterior entrega habíamos visitado incidentalmente algunos de los nueve reinos, pero en esta la exploración de estos es parte de desentrañar los secretos necesarios para poder encontrar más acerca de Atreus y su destino, con un diseño de nivel que está constantemente subvirtiendo tus expectativas y planteando un espectáculo visual que te deja en constante asombro de los lugares que visitas.

Los reinos que visitamos anteriormente han sido cambiados por el paso de nuestros héroes y del tiempo, en general, solo queda una vaga familiaridad casi nostálgica que se rompe rápidamente con los nuevos enemigos o retos que el nivel nos ofrece. En contraste los que no conocemos son interesantes biomas que van desde paisajes costeros islándicos con géiseres y formaciones rocosas, hasta pantanos, desiertos y selvas.

El aspecto grafico de God of War Ragnarök resalta por su consistencia, claramente diseñado para que pueda soportar ser usado en PS4. El diseño de arte, las texturas y modelos han sido adaptados para correr bien en la vieja generación y en contraste fácilmente son escalados en detalle, color y resolución en PS5. Dependiendo del televisor que poseas para jugar, tienes opciones variadas de resolución dinámica, y esto junto con las opciones gráficas que el juego te presenta, tenemos uno de los juegos con mejor desempeño de este año, con casi ninguna caída de frame rate y un excelente uso del motion blur.

Continuando con la tradición puesta por el juego anterior, el diseño de sonido y soundtrack son excelentes, las composiciones de Bear McCreary encuentran las mejores notas para caracterizar cada uno de los momentos y personajes de la saga.  Las actuaciones de voz de Christopher Judge y Sunny Suljic como Kratos y Atreus continúan siendo fantásticas, agregando cada vez más matices a sus personajes, pero esta vez Danielle Bisuti (Freya) y Alastair Duncan (Mimir) tienen mucho más para hacer, y suben a la par de nuestros protagonistas y de la especial sorpresa que presentan Richard Schiff (Odín) y Ryan Hurst (Thor) con sus personajes, los cuales aprovechan un guion y dirección impecables.

Ante un juego tan bien hecho e implementado como God of War Ragnarok, las críticas sonaran inevitablemente quisquillosas, pero es necesario notar que hay lugar para mejora en múltiples aspectos.

En primera instancia es una ventaja que el juego haya dado la opción de auto recoger, pues en todos los niveles los enemigos botan objetos en cantidad y hay una infinidad de cofres para abrir y muchos de ellos tienen recursos que no son despreciables en cantidad o utilidad y consecuentemente elegir qué armas o habilidades mejorar con estos recursos solamente presenta una forma de evitar que subas demasiado rápido y que arrases con los enemigos.

La diversidad de los enemigos ha sido mejorada con respecto a la entrega anterior, pero aún sigue necesitando ser expandida un poco más, similarmente la forma de aproximarse al combate con estos tampoco tiene demasiada variedad.

Algunos otros problemas parecen venir de la vieja generación de consolas o del diseño de nivel usado en estas. Constantemente estás cruzando rendijas entre las paredes para cruzar de un área a la otra,  esta técnica ha sido usada en múltiples ocasiones para ocultar pantalla de carga, pero aquí es implementada para separar arenas de combate y pasa tan constantemente que se nota que esta filosofía de nivel necesita ser retirada.

Los menús del juego también necesitan ser simplificados, pues te mueves torpemente a través de ellos y actividades como mejorar un arma o comprar una habilidad deben ser ejecutadas repetidamente si acumulamos avance, en vez de poder dar rápidamente el salto entre niveles. La interfaz también tiene problemas de movilidad y aunque opciones como hacer zoom en el mapa están bien delineadas entre tus capacidades, son efectivamente complicadas de ejecutar, esto sin considerar elementos como el compás fallando su función en más de una ocasión.

Con un claro compromiso entre aspectos de la vieja generación y la nueva, God of War Ragnarók es un juego al que solo se le pueden levantar pequeñas quejas. Con un combate, movimiento y exploración satisfactorios, tiene suficiente en mecánicas y jugabilidad para mantenerte enganchado y entretenido por horas, pero al final será la espectacular narrativa, actuación y el desarrollo de mundo lo que te mantendrá inmerso en su fantástica historia.  Solo podemos celebrar como esta saga completa su segunda y parte final, aterrizando exitosamente, como solo los mejores juegos logran con su visión.

¡Gracias por leer!

@Liongaming683