Aladdin en su versión 2019 es la segunda apuesta de Disney por llevar al Live Action sus clásicos animados, la primera fue Dumbo y luego vendrán con The Lion King, aunque por ahora, nuestra reseña se enfocará en ella, ya que esta versión deja mucho de qué hablar.
Primero salgamos de las 2 grandes preguntas.
1. ¿Vale la pena verla? Sí.
2. ¿Desplazará la animada del 92? ¡Ya llegaremos a eso!
Como podrás esperar, apreciado lector, a continuación viene una gran dosis de spoilers, así que procede con cautela.
En general nos encontramos frente a un remake de «pé a pá» con un “plus”, tenemos muchas de las canciones clásicas de regreso más unas cuantas nuevas. La trama se mantiene, con algunas adiciones y los personajes se mantienen, dándole un un par de líneas de trasfondo a Jafar y se le da más peso al líder de la guardia del sultán. En general logra ser una película entretenida con muchos momentos cómicos y hermosos escenarios que le agregan un par de elementos de actualidad a la historia que ya conocemos. Pero no todo es tan bonito como parece, con Aladdin 2019 nos enfrenamos a una película “que pudo ser”. Lo que quiero decir es que a cada buena decisión, a cada buen detalle le acompaña algo negativo. No hay detalle sin su “pero”.
Iniciemos con el elenco, Will Smith como El Genio logra inyectar al personaje de vida y carisma. Lo más importante es que logra hacerlo propio y no simplemente copiando a Robin Williams. Naomi Scott da vida a la Princesa Jazmín logrando un personaje agradable y llevando su conflicto clásico – el poder escoger con quien casarse- un paso más allá o más bien «mas acá» al 2019 al buscar el título de Sultán para ella misma. Mena Massoud como Aladdin logra un ladrón ágil, de gran corazón y buena parecencia en pantalla, sin embargo la película establece al comienzo una gran habilidad inventiva en este personaje, cosa que se abandona por completo tras los primeros 20 minutos.
Pero, como dije anteriormente, acá viene el pero, Marwan Kenzari el encargado de dar vida a Jafar no logra representar al villano a quien pretende dar piel, realizando una actuación que nunca termina de convencer. Otros personajes que defraudan son la terna de animales animados “Abu, Rajah, Lago”, que muestran un CGI decepcionante, sobre todo después de ver las capacidades de Disney para aprovechar esta técnica en El Libro de la Selva.
El diseño de producción en general es muy bueno, el maquillaje está muy bien llevado y el vestuario muy bien realizado. Cabe resaltar en este apartado a la princesa Jazmín y al genio. Por su lado, el vestuario de Aladdin tiene un par de guiños modernos que no le hacen mucho bien a la estética tan cuidada del resto de la película. Tampoco ayuda que en escenas de acercamiento se noten los pasos de la moderna máquina de coser en sus prendas.
El CGI merece su propio apartado en esta lista, ya que si bien en muchas partes logra su cometido, sobre todo en lo referente a escenarios, la magia del Genio y la alfombra; pero cuando este falla se nota, no solo en los animales previamente mencionados, también en otro momento del previamente mencionado Jafar, en el enfrentamiento final cuando este pide su último deseo, “ser el genio más poderoso”. En la versión animada de 1992, al hacer esto el despliegue de poder que demuestra es impresionante y terrorífico, en esta del 2019 se unen el mal CGI, un mal diseño de personaje y un actor que no convence, dañando el momento climax de la película.
No son los únicos ejemplos y podría seguir con unos cuantos pero creo que el punto se entiende. Aladdin 2019 es otra película más, disfrutable sí, pero que no agrega nada significativo o importante a la animada del 92, con buenas cosas, pero que carga el peso de sus errores. Asi que para contestar la pregunta que dejé en el aire al comienzo ¿desplazará la versión animada del 92?, la respuesta es: no lo creo.
¡Gracias por leer!